Esta fotografía está dividida en tres planos. El primer plano es el que se encuentra la silla roja y un pequeño pedazo de alfombra con leves toques de verde. En el segundo plano se encuentra la mesa con las sillas blancas y parte del florero. En el tercer plano, el más lejano, se integra a la composición con una serie repetitiva de cuadros en blanco y negro.
El espacio es de alto contraste, el piso es negro los muebles son rojos y blancos y los cuadros poseen montañas en negro con fondos blanco. La distribución del color es sumamente importante para la composición de la fotografía ya que es el elemento a través del cual se recorre el espacio.
El equilibrio y la armonía se logra a través del color y de la división clara y proporcionada de los tres planos principales. El recorrido visual es directo. El primer plano (silla) llama directamente la atención y es a partir de allí que el espacio se articula. En el eje central de la fotografía, y ubicado en el segundo plano de distribución, se encuentra un elemento verde (flores) que atrae al espectador y sostiene la composición. Es el color que contrasta con el rojo y que baja sus niveles de intensidad. Al estar colocado en el centro genera equilibrio y direccionalidad. Este verde de las flores se conecta de manera visual con el toque de verde de la alfombra ubicada en el primer plano. El flujo visual es triangular, dinámico y continuo.
Un aspecto sobresaliente de la fotografía es la utilización de una escultura negra al lado derecho. Esta estructura enmarca la composición y al mismo tiempo provoca equilibrio: el rojo de la izquierda se sostiene con el negro de la derecha y viceversa.
El cuadro del fondo esta formado por unas montañas negras y un cielo blanco que se mimetiza con las paredes y el mobiliario. Existe una tensión entre estas montañas y la escultura negra, el espacio entre estos dos elementos se llena y adquiere mucha más fortaleza. Esta tensión contrarresta el rojo de la silla y su ubicación en el primer plano.
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